El juez de Sant Boi del Llobregat, un área conurbana de Barcelona, dejó en libertad sin fianza a Sergi X. MartÃn, el protagonista de la cos más vista y visitada en los medios de comunicación en la última semana, la que plantó en la cara a una chica ecuatoriana menor de edad, después de vejarla fÃsica y verbalmente y que viajaba sola en un tren de los ferrocarriles catalanes. La sentencia se otorga porque “el delito no justifica la prisión al no haber lesiones y considerar poco probable que se repita la acciónâ€. El hecho ha tenido una cobertura que por momentos parece exagerada sobre todo si recordamos a las más de cien mujeres muertas por violencia doméstica, en lo que va del año en la penÃnsula, o los más de cuatrocientos asesinatos que suman ya en nuestra Ciudad Juárez, muertes que hasta ahora no han merecido ni el gasto mediático, ni las manifestaciones, ni los pronunciamientos oficiales y oficiosos, todo porque el hecho que nos ocupa fue grabado y difundido ampliamente, con lo cual hemos sido testigos y de alguna manera igual agredidos.
Según los guionistas hay que meterse en la piel del personaje para entenderlo y eso trato de hacer en la del salomónico juez que intenta quedar bien con todo mundo, esto sin poner en duda que la ley ha sido puntualmente aplicada, no se ha torcido para favorecer a nadie pero que deja muchas conjeturas y vagas respuestas. El auto de libertad a un agresor odiado y repudiado por un amplio sector de la sociedad ocurre de tal manera ¿para congraciarse con ese otro que reniega de la inmigración? Existe un conglomerado que abrumado por una realidad que se antoja cada dÃa mas compleja y complicada, encuentra salida fácil en culpar la inmigración de todos sus males, desconociendo que las verdaderas causa de ésta no solo se encuentran en el hecho de escapar a situaciones de miseria, sino también en la búsqueda legÃtima del sitio donde se quiere vivir y como respuesta a ese déficit de trabajadores en las sociedades de primer mundo que demandan mano de obra barata, indispensable para mantener funcionando el sistema de bienestar y que tiene su cara principal en las jubilaciones. Según se dijo en algún momento en número de 9 millones de inmigrantes en España hasta el año 2025, hoy la cifra se antoja inalcanzable.
Se dice que en el idioma japonés no existe el equivalente a nuestra palabra “hubieraâ€, que resulta ocioso, pero como en castellano si lo tenemos nos preguntamos que hubiera determinado este mismo juez y la sociedad en general, si las imágenes grabadas hubieran sido las de un chico ecuatoriano pateando en la cara a una chica catalana menor de edad y que hace el trayecto sola en un tren camino a casa. O bien si la agresión la hubiera sufrido alguien en el entorno del juez, su hija o su hermana, pero como yo estoy de acuerdo con los japoneses y esto es ociosidad pura, aquà me aparco del ejercicio de las posibilidades y me sigo metiendo en la piel del juez para, a mi entender, mirar la sentencia que ha dictado y clasificarla de severa, vean ustedes: El agresor, Sergio MartÃn, tendrá que acudir al tribunal dos veces al mes, a la estación de policÃa de su barrio deberá presentarse dos veces al dÃa, una por la mañana entre las 10 y las 11 horas y la otra por la tarde, entre las 5 y las 6. No podrá utilizar la lÃnea donde ocurrió la agresión que es la 8 de los Ferrocarriles Catalanes, ni podrá acercarse a menos de mil metros de distancia de la chica ecuatoriana. Menos de mil si que será porque necesitarÃamos vivir en un descampado para otear al enemigo a tal distancia, ya está, una sentencia que podrÃa dejar a todos contentos porque de seguro que este personaje no la podrá cumplir ya que, como sabemos, los sujetos alienados, como parece es el caso, si en algo se distinguen es en no seguir las reglas y normas de convivencia. Lo que ocurrirá entonces será que en menos de lo que se los estoy contando el chico será remitido al juzgado por incumplimiento de una o varias de las instrucciones que ha dictado el juez, lo que entonces si será considerado suficiente para encerrarlo. Asà el juez castigará a un ciudadano, no por patear en la cara a una persona indefensa y por un supuesto racismo, lo castigará por desobediencia a un tribunal español.
Las imágenes mostradas por los medios de comunicación nos dejan sin habla; muestran al agresor en su barrio departiendo con sus amigotes que en actitud intimidatoria, filman a los medios de comunicación que cubren el evento, como incluyendo la advertencia de “ya nos encontraremos por ahÃâ€, también registran las imágenes a la chica del bar que enfadada cierra las puertas para impedir el paso de los periodistas que iban tras su amigo. El tal Sergi ya se ha quejado y denuncia el “acoso†de los reporteros. Se puede casi asegurar que MartÃn pisará la cárcel tarde o temprano, por agresiones, por incumplir sentencias, por drogadicción, irá porque es uno más dentro de este fenómeno global constituido por jóvenes crecidos en la abundancia, el aburrimiento, la falta de esperanza, en familias desestructuradas, como el caso que nos ocupa que fue abandonado por sus padres desde muy temprano y vive desde entonces con la abuela. Sergi declara una y otra vez que no recuerda nada de lo acontecido porque el dÃa de los hechos habÃa tomado entre 12 y 15 cervezas, unas cuantas cubatas y algunas pastillas de éxtasis, en su barrio sus amigos lo apodan el Loquis.
De última hora: las autoridades de Sant Boi han dispuesto, tras el acoso mediático denunciado por el agresor, movilizar el control policial hasta el domicilio del Loquis, o sea que será la policÃa quien acuda hasta su casa a recabar la firma para constatar que no ha escapado. Servicio a domicilio, otro de los privilegios de este mundo desarrollado, esto sin ironÃas. Resumiendo, como dice VÃctor M. Amela de La Vanguardia, pasmo y desasosiego.