“Hasta el criminal sueña con un mundo
sin crímenes”
Marek Alter (fundador de SOS Racismo)
En recién entrevista el incuestionable líder moral de Catalunya, Jordi Pujol, hablaba del éxito logrado por España citando tres elementos como indispensables para que se hubiera dado tal: continuidad, estabilidad y gobernabilidad, algo que la sociedad peninsular, después de treinta años, lo ha logrado conciliando los intereses de sus autonomías, superando disparidades económicas, apurando el paso para incorporarse a la Unión Europea y remontando la dictadura instalada después de una cruenta guerra civil que enfrentó y dividió a la nación española, sin que a la fecha se pueda afirmar que todas las heridas han quedado cicatrizadas, los miles de muertos aun gravitan en la memoria. La prosperidad, el éxito alcanzado se traduce en una mejor calidad de vida de la que hoy gozan la mayoría de los españoles, haciendo reflexionar hasta el más tozudo sobre una vuelta al totalitarismo. Nadie puede objetar que en la época franquista hubo continuidad y estabilidad al igual que en nuestro México durante los setenta años de priísmo, estabilidad ejercida por una clase política endogámica, en ambos lados, que mantuvo el poder como bastión de la familia, del clan, sin importarle mayor cosa el ciudadano al que mantuvieron por décadas amordazado, copado, “maizeado”, atemorizado, engañado, silenciado, desaparecido, sometido, perseguido, reprimido, acosado y a esto le llamaron gobernar. Educar, servir, abrir los espacios a la discusión y al pensamiento no estaba en sus agendas, el ejercicio del ciudadano a su libertad iba en sentido opuesto a la parasitaria vida plena en privilegios que se auto adjudicaban. La sociedad española y políticos de gran altura como Adolfo Suárez lo supieron en su momento y remando contra corriente, venciendo la poderosa inercia de un pueblo atemorizado, no titubearon, unos en poner el estado al servicio de la sociedad y otros en volver a confiar en sus gobernantes, a Suárez le siguió Felipe González, otro grande hundido por la corrupción a la que sucumbieron varios de sus colaboradores. A la contraparte mexicana parece no llegarle su hora, hace 8 años el país vibró con una oleada que anunciaba nuevos tiempos pero vemos como el Congreso sigue utilizando las mismas estratagemas para dilatar, o sabotear, cambios indispensables para que la sociedad se sume otorgando su voto de confianza. El poder judicial parece incapaz de lograr que la justicia nos siga pareciendo asunto de otro planeta. La oposición sigue cómoda en su martirologio, apostándole a un pueblo al que supone ignorante y que seguirá a merced de sus patrañas o medias verdades…y amenazándolo de nuevo con la violencia. Sin gobernabilidad no habremos de arribar al ansiado espacio donde los mexicanos todos nos miremos en el mismo espejo, como ocurre ya en la España progresista.
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No tardó mucho en salir el tema de la inmigración como arma arrojadiza para ganar votos. Esta semana se cierra con las declaraciones del candidato a la presidencia y líder del Partido Popular, Mariano Rajoy, quien ofrece encargarse del asunto mediante la firma de un contrato de integración, lo cual es de celebrar porque solo con ella, con la integración, se podrá evitar que una sociedad, en este caso la española y sus autonomías, se vea en peligro de perder identidad condenando a vivir en guetos al recién llegado. El asunto es que hay una serie de prejuicios, en este caso sobre los inmigrantes, que si declaraciones como las del candidato Rajoy no sirven para aclarar se quedan en el resumen de café del ciudadano de la calle, ávido en buscar culpables a una problemática de múltiples remitentes. Dicho de otra forma, anunciar que a los inmigrantes les hará pagar impuestos, que a los que delincan los repatriará, que les hará aprender el español, sin aclarar que la gran mayoría tienen legalizada su residencia y contribuyen solidamente a la economía, que una mayoría provienen de países de habla hispana y que la estadística en materia de delitos, a partes proporcionales, está por debajo de la de los indígenas, pero parece que se trata de darle la razón a un amplio sector que juzga con criterios apresurados y facilotes a todo el que llega. Para ejemplo de lo que pretende provocar el candidato Rajoy son las declaraciones del ex ministro Miguel Arias Cañete, que al día siguiente se apuró a dar su apoyo argumentando que las urgencias en la seguridad social se encontraban colapsada porque los inmigrantes habían descubierto su grandeza ya que en el Ecuador cuesta 9 meses de salario una mamografía y que aquí “se las hacen en un cuarto de hora”, quejándose que ya no existen aquellos “camareros fantásticos que te ponían el cortado”. Estas son precisamente las declaraciones facilotas. Los servicios de urgencias están colapsados porque sanidad no ha aumentado la plantilla de médicos y enfermeras, para no hablar si es en quince minutos que se hace un estudio de seno. Por otro lado inmigrantes y locales se quejan de la sequedad, el fastidio, la mala leche con que algunos camareros peninsulares atienden al público a diferencia del trato cálido, amable, para no hablar de la facilidad para brindar una sonrisa de lo que muchos de los “nuevos españoles, entre ellos chinos e iberoamericanos, hacen gala, porque no revisar las condiciones laborales del sector?. También un pueblo generoso e inteligente se hace ver por la capacidad de fincar su grandeza en la diversidad, en recibir y reconocer la riqueza que aporta el nuevo ciudadano, tal y como en su momento ocurrió cuando Europa salió a conquistar el mundo para hacerse grande con lo que otras culturas le aportaron, muy en especial a éste, el país mas viejo del continente, que hoy se construye con la sangre nueva de una inmigración pujante, esto lo sabe el candidato de los populares, negarlo es perverso, maniqueo.
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La prisión de Villanoba, Asturias, ha puesto en marcha un avanzado programa para lograr el verdadero fin del confinamiento: la reinserción a la sociedad. Basado en la sinceridad y la honestidad, internos y funcionarios trabajan juntos para erradicar droga y violencia como principal objetivo del programa. Al recién llegado, si decide inscribirse, se le asigna un tutor que se convertirá en su sombra para asesorarlo en su “nueva vida”, además de ser él quien le haga la inspección inicial para su ingreso. Prisioneros y prisioneras dentro del programa comparten el mismo espacio, menos las celdas. No hay sanciones ni obligación para las faenas, si el recién llegado se niega será su tutor quien las ejecute, el ejemplo da resultados inmediatos. El programa logra ya cifras de un 95 por ciento de reinserción contra un 40 de las estadísticas para otras prisiones, hasta los criminales sueñan con un mundo sin crimen.
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Un comentario aparte ¿A quien señala tanto con su dedito admonitorio la precandidata Hillary Clinton?