“Hay un mundo mejor, pero es carísimo”
Les Luthiers
Se cumplió esta semana la anunciada segunda ronda en el debate televisado entre los candidatos de los partidos Socialista Obrero Español, en la figura del presidente José Luis Rodríguez Zapatero y el de los populares, como coloquialmente se le llama al encabezado por Mariano Rajoy. Y ya que estamos en el continente de las ligas, en la cultura de la competencia y tan acostumbrados a los marcadores deportivos: repitiendo el resultado del primer debate se alzó con la rama de olivo otorgada por los medios y las encuestas, el presidente Zapatero. Por supuesto que en el “bando” blanquiazul no lo reconocieron así, pero en esta ocasión fue evidente la parquedad del Partido Popular al momento de celebrar una supuesta victoria.
La expectativa de lo que finalmente no ocurrió: un as bajo la manga, una revelación comprometedora, un video logrado mediante cámaras ocultas, etc., volvió a disparar la audiencia que vació las calles para mirar esta segunda edición. Comenzó su turno el candidato de los socialistas con un mensaje optimista en cuanto a los resultados que él esperaba de esta nueva oportunidad que tenían los votantes para sopesar a sus candidatos. Íbamos bien, tono mesurado y actitud liviana que prometía contrastar con la tensión alcanzada en la anterior. Poco duró la ilusión, ya que solo comenzar su turno el candidato por el Partido Popular, para darnos cuenta que la tozudez puede ser virtud o ley de vida, pero que llevada a ultranza barniza a quien la ejerce con la nada favorable imagen del intransigente y que en esta ocasión opaco la aguda elocuencia de la que sin duda es poseedor Mariano Rajoy. El gallego seguía “montado” en sus cuatro que en este caso seguían siendo los mismos tres: El costo de la vida disparado en los últimos meses, la inmigración que insiste en calificar de descontrolada y origen de los males que padecen hoy los españoles y las supuestas negociaciones con ETA de las que siempre ha acusado al gobierno actual, de ahí no se movió, mejor dicho, desbarrancado en sus argumentos dio la imagen del guía que desde el fondo del precipicio sigue insistiendo que la ruta es la correcta. Por su cuenta el candidato Zapatero, cual pugilista sin mucho estilo pero encajando bien el castigo, respondía sin responder los machacones embates de su adversario y en un “deux ex machina”, que dirían los teatreros, daba vuelta a la página y mirando de frente a la cámara pasaba a las promesas: creación de dos millones de empleos, construcción de 150 mil viviendas protegidas, programas de integración para los inmigrantes, inglés para todos los universitarios, devolución de impuestos a los contribuyentes menos favorecidos, acciones contundentes contra de ETA, etc., conocedor de la proclive inclinación que tienen los pueblos para hacerse con la esperanza y sabedor de la poca importancia que en su momento tiene si se cumplen o no las promesas. Eso si, aprovecho todo momento para sacar a flote el engaño en que incurrió el ex presidente José Maria Aznar para llevar a los españoles a la guerra de Irak, ahí saco de quicio a su adversario.
Esta semana las estadísticas se movieron unas centésimas más a favor del partido socialista, ventaja que en su momento puede convertirse en su peor enemigo si sus partidarios, confiados, deciden no participar este próximo domingo de elecciones
Reflexión aparte merece el panorama de un futuro incierto que amenaza el milagro español. En México sabemos lo que fue el “error de Diciembre” y conocemos a los que se alzaron con las ganancias en la forma de un rescate bancario que dejo endeudados a los mexicanos de hoy y del futuro. Habiendo pasado aquella experiencia podemos “olfatear” que algo similar se cocina en estas regiones, pero de lo que estamos seguros es que sin importar el partido que gobierne, será el ciudadano de a pié quien al final pague las facturas. Es de madrugada y parece que la fiesta iniciada hace treinta años puede estar llegando a su fin, la ebriedad comienza a remitir para dar paso a la cruda realidad de un amanecer nublado. Sin embargo volvimos a escuchar el discurso político convertido en cifras económicas que apuntalan ilusiones. Ambos candidatos ofrecen mantener España en este conglomerado de 400 millones de personas que se llama Europa y junto con los EEUU, occidente. Coinciden en la necesidad de incrementar los cocodrilos en el foso del castillo, guardias en los torreones y más controles para evitar el asalto a sus murallas, ya si la cosa empeora, veremos que soluciones proponen para escapar del planeta.
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Esta semana asistimos, en el Colegio de Periodistas de Cataluña, a la mesa redonda sobre Periodismo en áreas de Conflicto. Solo unas cuantas reflexiones sobre el papel que juegan los corresponsales, en especial los de guerra, unas veces como protagonistas, la mayor de ellas como instrumento de los medios.
Marc Marginedas con las guerras de Argelia y la de Irak en la mochila de sus experiencias, cuenta como un policía español herido por vulgares asaltantes en Afganistán, se convertía en víctima del terrorismo en la redacción del diario. Boban Minic periodista bosnio y como tal sobreviviente, vuelve a denunciar aquellas cartas supuestamente escritas por ciudadanos serbios en donde describían irrepetibles atrocidades cometidas por albaneses y que finalmente se descubrió su autoría en la pluma de media docena de periodistas interesados en avivar el conflicto. O bien, de corresponsales que de manera anticipada sabían del sitio donde se ubicarían los francotiradores y esperaban al inocente transeúnte para tomar la instantánea perfecta del asesinato. Bru Rovira, redactor de La Vanguardia, lanzó el reto a una audiencia compuesta en su mayoría por jóvenes estudiantes del oficio, para que reasuman y reinventen el papel del periodista que hoy se ve convertido más que todo en propagandista. Regresar al viejo principio de más investigación y menos opinión, ganar la calle e involucrarse en la historia del otro para hacer la crónica. Habló de la gran paradoja de nuestro siglo XXI en la que el hombre ha dejado de tener fronteras, preguntándose como vamos a lograr que la economía sea compatible con la cohesión social y como vamos a trasladar la democracia a un mundo global, asignaturas pendientes para un posterior debate.