Agosto es un mes extraño en estas tierras, difícil de irle desgranando los días para conjurar un vacío que puede resultar cómodo, algo así como evitar el ocio que se envuelve en la nada. El quiosquero se va de vacaciones y nos obliga a cambiar la rutina para la compra del periódico, igual que ocurre cuando nos acercamos al bar para tomar el cortado mientras leemos, porque el Joan hasta septiembre no abre. Llegamos a lo insólito en este verano cuando el hotel Hesperia-Towel, establecimiento cinco estrellas, ha colgado en la puerta el consabido letrerito de “tancat per vacançes”.
La ciudad se vacía de los amigos que pueden escapar de ella; durante el día las calles se atestan con guiris de botellín de agua y plano-guía en la mano, para dar paso en la noche a los alegres mochileros del botellón, siempre con voz brillante, que celebran estar vivos con abundante ingesta de alcohol, porros y meadas ídem en el portal de mi casa, mismas que si el municipio no lava, se quedan ahí haciéndose rancias.
Este mes la oferta cultural desciende hasta el límite del desespero, solo resiste la embestida del calor y la dispersión de hábitos el festival de música Más y Más y por supuesto la Fiesta Mayor de Gracia, barrio de fuerte personalidad ubicado en la parte alta de la ciudad y en sus orígenes residencia de obreros lo que en Barcelona equivale a decir gente liberal y progresista, respetuosa y solidaria. Todo el barrio es uno durante siete días, se organizan bailes populares para todos los gustos, conciertos de música clásica hasta tecno, sin olvidar las havaneras tan queridas en Cataluña, nadie queda fuera del menú lúdico que abarca actividades para niños, jóvenes, adultos y “gen gran”. Por la tarde y para el sopar –la cena– vecinos y amigos sacan a la calle mesas y sillas donde departen y comparten antes de ir al baile que termina con las primeras horas de la mañana. Parte medular de la celebración es el concurso del decorado de algunas calles, un jurado elegido cada año, esta vez muy cuestionado por sus decisiones, juzga creatividad, imaginación, tema, mensaje etc. En esta edición del 2008 una misma calle, la Joan Blanques en sus tramos “dalt”, de arriba, y “baix”, de abajo, se llevaron el primero y segundo lugar respectivamente. El tercero fue para la Calle Verdi, por tradición ganadora, que eligió para su decoración el tema de la lucha libre mexicana y en homenaje a Sergio Gutiérrez Benítez, “Fray Tormenta”, sacerdote mexicano que combate en este deporte-espectáculo con el fin de obtener dinero para sostener su casa hogar.
Espectacular decorado para recrear las figuras más conocidas del género combinándolas con tópicos como Emiliano Zapata, el Sub-Comandante Marcos, La Adelita y anuncios del Tequila Cuerbo-tequila chingón y la cerveza coronada (sic).
Mientras espero a los amigos para presenciar los combates en el improvisado ring, número de lujo de los vecinos de la Verdi, un par de ávias –abuelas– comentan lo violento que les resulta el tema; una joven turista de aspecto eslavo me pide le sostenga el vaso de cerveza, yo comienzo a hacerme planes cuando ella termina de tomarle fotos al Santo, recoge su bebida, me da las gracias y se marcha; otra más me pide 65 céntimos para el paquete de tabaco; dos parejas gais, una de ellas tomados de la mano, comentan divertidos y ríen de la exagerada y amanerada descripción que uno de ellos hace del tema mexicano, no sería tema de comentario si estos pacíficos ciudadanos ibéricos –hablaban castellano– no rondaran la séptima década. Yo reflexiono sobre el respeto que esta sociedad ofrece, para haberles permitido salir del closet y me pregunto como la habrán pasado durante la dictadura. Finalmente llega la colla y nos disponemos a mentarle la madre al réferi, al técnico y reír con las ocurrencias de un abultado grupo de “nens catalans” que se han dado cita para el espectáculo con el rigor de aficionados profesionales: ¡se saben los nombres de los luchadores!, los corean , los abuchean, los azuzan, en fin se la pasan y nos la hacen pasar a toda madre.
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Como decimos en México: a España ya le cayó el chahuistle con esto de la crisis y es que este mes la morosidad de las hipotecas y los préstamos alcanzó niveles de hace 11 años, con lo que la banca se ha visto obligada a “regresar” al tema inmobiliario cuando apenas unos meses atrás había vendido sus activos, a precios de regalo dicen ellos. Es como ver la misma película, si no, miren: la semana pasada el ministro de economía, Pedro Solbes, ha declarado que no habrá rescates bancarios, que cada quien navegue con su propia vela; nosotros, como ya sabemos lo que pasa cuando esto pasa, lo queremos ver a la hora que los banqueros amenacen con quiebras como en su día ocurrió en México y las tribus mexicas hubieron de pagar doscientos mil millones de dólares como tributo; tres generaciones hipotecadas, dijeron en su momento los opositores al mentado rescate.
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Y como Agosto es Agosto nos fuimos a ver “El Caballero Oscuro”, la última de Batman. Nunca antes bien advertido aquello de “cualquier personaje o situación parecido con la realidad”, etcétera, porque hay escenas de la película que se antojan “made in home”. Métodos brutales de aniquilamiento entre bandas; reuniones de gobierno, al más alto nivel, infiltradas por la mafia; un chino dueño de una montaña de dólares, bancos que lavan dinero y un personaje oscuro, Batman, que al margen de la ley, en el anonimato pero con la aquiescencia de la autoridad, hace justicia por mano propia…
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Otro personaje de la semana, oscuro, si no que breve, es Hua Guofeng quien acaba de morir de viejo a los 87 años. Sucesor de Mao encarceló a la “banda de los cuatro” al fin de la Revolución Cultural en 1976. Se dice que llegó al poder porque supo decir que sí a todo lo que Mao proponía, sin embargo fracasó en la misión que éste le dejó para impedir el ascenso de Den Xiaoping, al que Mao catalogaba como derechista. Una vez en el poder Xiaoping anuló el cargo de Presidente del Partido con lo que concentró su poder y se deshizo y de un solo golpe del gris Guofeng, purgas salvajes hace apenas 30 años en una China que hoy nos deslumbra…y nosotros, ¿cuándo?